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Frenar el fraude online desde el propio entorno digital

No es una novedad. El entorno digital ha propiciado nuevas e ingeniosas prácticas para cometer fraude a empresas y ciudadanos. Con Internet se ha propiciado un escenario donde las estafas, malware, ventas fraudulentas, etc. corren como la pólvora.

Según el Observatorio Nacional de las Telecomunicaciones y de la Sociedad de la Información (ONTSI), el 60 % de los internautas ha sufrido una situación de fraude en alguna ocasión. Estas pueden ser la invitación a visitar una página web sospechosa, la recepción de un e-mail ofertando un servicio no solicitado o incluso la recepción de un email solicitando claves de usuario, entre otras.

El caso más común es el que tiene lugar en la venta online, donde el anonimato y la distancia juega a favor del estafador. Las modalidades en este contexto son diversas Desde el robo de datos personales y/o bancarios, ventas fraudulentas en las que el delincuente se queda con el dinero tras un pago por adelantado de un producto inexistente o que nunca llega a enviar, etc.

En la mayoría de los casos, esto se produce a través de webs falsas. El comprador puede y debe asegurarse de que el sitio que está visitando es seguro: buscar el candado o el https en la barra de dirección, comprobar que el sitio tiene algún tipo de sello de confianza, buscar referencias sobre el vendedor o la empresa que oferta el producto o servicio, elegir modos de pago seguros, etc. Medidas que no siempre tomamos motivados por la compra por impulso o por la imprudencia.

Otros ejemplos a los que han llegado las prácticas fraudulentas por internet podrían ser la compra programática de publicidad, el sistema de compraventa de espacios publicitarios digitales de modo automático que también se ha topado con técnicas como clicks o impresiones fraudulentas o agencias y espacios publicitarios falsos. Así como los préstamos rápidos online, donde la modalidad más común es la del fraude de identidad, aquella en el que se utiliza los datos de otra persona para la solicitud sin su conocimiento ni consentimiento, provocando así deudas en estas entidades financieras por parte de personas que realmente no han solicitado ningún préstamo. Una situación complicada para ambas partes.

Ante esta situación, la solución no pasa por dar la espalda al mundo digital ni a la tecnología. Más bien está en tomar medidas dentro del propio entorno digital y afrontar el reto en el mismo seno del problema.

En este sentido, la tecnología Blockchain, que se espera que salga a la luz a finales de este año 2017, puede jugar un importante papel ya que su misión es la de certificar que las transacciones son seguras.

Pero si hay un terreno en el que se está comenzando a avanzar mucho es en el de la biometría. Gracias a la biometría se podrá identificar al usuario y frenar el fraude en variedad de transacciones. La identidad puede verificarse mediante características físicas como la huella dactilar, el iris, reconocimiento facial, el latido del corazón o la propia voz.

Existen diversas opiniones sobre si sustituirá por completo al actual, y también vulnerable, sistema de pins y contraseñas, o si lo completará. Lo que es seguro es que este procedimiento, que, aunque parezca de ciencia ficción, está ya aquí y que propiciará un entorno mucho más seguro tanto para usuarios como para las propias empresas pudiendo ser de gran utilidad para algunos sectores concretos como el de la banca.

El reto para todas las entidades en esta nueva era digita será estar al día de las nuevas tecnologías y métodos mencionadas cara a la lucha contra el fraude y abordar el coste de integración de esas tecnologías y métodos innovadores en sus sistemas centrales legados, costes de integración que en algunos casos supera el coste de la solución puntera e innovadora en sí.

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