Prevención del fraude y experiencia de cliente, un equilibrio necesario
El volumen de las transacciones digitales está en constante aumento, aunque se ha visto disparado en estos últimos meses. Y al mismo ritmo se han incrementado los intentos de fraude especialmente aquellos relacionados con modelos de interactuación no presenciales.
Esta situación ha generado una necesidad urgente en todos los entornos, ya que deben incluir soluciones para garantizar la seguridad en los procesos digitales y reforzar sus sistemas de prevención del fraude. Y más en el caso de las nuevas poblaciones digitales que son más vulnerables y necesitan un mayor nivel de protección. De cualquier manera, ya sean usuarios nuevos o existentes las empresas tienen que llegar a un equilibrio entre la fricción en los procesos de compra o contratación y la protección del cliente.
Por otro lado, la demanda de crédito se ha disparado, consumidores finales, autónomo, PYMES e incluso alguna empresa más grande necesitan liquidez y esa circunstancia es aprovechada por los defraudadores para suplantar identidades y conseguir préstamos. Por lo que, conocer a los clientes se hace imprescindible en estos momentos.
Partiendo de esta problemática, los expertos plantean una serie de recomendaciones:
- Identificar y verificar la identidad de las personas electrónicamente.
Mediante el uso de sistemas de verificación de identidad, análisis del riesgo de los nuevos clientes, de sus dispositivos y aprovechando todas las fuentes de datos disponibles.
- Usar múltiples soluciones para construir una defensa robusta
Maximizar el acceso al mayor número posible de datos y herramientas para detectar anomalías y riesgos. En este contexto es muy importante identificar y detener rápidamente las interacciones digitales sospechosas con una mínima intervención manual y para todo ello será necesario el uso de plataformas, datos y analítica, de manera efectiva, para automatizar las decisiones.
- Ajustarse rápidamente para satisfacer las necesidades cambiantes del mercado
Asegurar que los procesos de verificación de identidad evolucionen para adaptarse a las necesidades y a la normativa aplicable, además de procurar la máxima automatización posible y el autoaprendizaje de los sistemas.
Lo que parece claro es que el uso de los datos, las tecnologías y la analítica avanzada nos permitirá conocer a nuestros clientes y prevenir el fraude de una manera efectiva y evitando la fricción con el cliente.